jueves, 26 de abril de 2012

El triunfo del PRD
Por: Nélsido Herasme
La derrota del candidato presidencial peledeista Danilo Medina es inminente. Nadie me convence de lo contrario.
La organización ortodoxa que, en 1973 fundara el profesor Juan Bosch, caerá desplomada ante las urnas, que fruto del descontento, la frustración y el descrédito moral en que ha caído su gobierno, serán preñadas de votos blancos.
Las acciones, por demás peligrosas, que han tomado el Partido de la Liberación Dominicana y sus aliados en contra del Partido Revolucionario Dominicano, indican que la desesperación y el miedo  merodean su entorno.
El derrumbe de la candidatura de Danilo Medina es irreversible, frente a un Hipólito Mejía del PRD, que encarna los anhelos de cambio y trabajo para una sociedad que lo reclama a gritos en las calles, en las empresas y en todos los espacios de la sociedad dominicana.
De nada valen los maltratos, el chantaje, las presiones, las mentiras y los infundios.
En República Dominicana hay un pueblo que se hartó y se hastió de un PLD  con doce años en el disfrute pleno del poder sin ver la solución de uno solo de sus problemas.
 Danilo sufrirá la peor derrota de su carrera política; perderá las elecciones  con orgullo y dignidad, porque en honor a la verdad este político, al día de hoy, en términos personales, no ha jugado sucio a sus contrincantes, como lo han hecho su gobierno y algunos de sus aliados.
En materia electoral ningún candidato puede obrar en su contra, pero nosotros que estamos en la acera contraria sabemos que Danilo está avergonzado de quienes  dicen apoyar sus aspiraciones.
La desesperación, como la antesala de su certera derrota, está demoliendo por dentro al partido de gobierno y a muchos de sus funcionarios.
Hace unas semanas tuve que cargar con la vergüenza ajena, al observar al primogénito del presidente de la República, Omar Fernández, desde un vehículo en marcha, lanzar salami y botellitas de agua a personas que, con los brazos abiertos, le imploraban que les diese algo.
Ante tan humillante acción, solo me detuve a recordar aquel partido que, a imagen y semejanza, creara Juan Bosch, donde lo ético, lo moral, la solidaridad, la sensibilidad y el humanismo, planteaban las normas en el partido de la estrella amarilla.

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