lunes, 21 de noviembre de 2011

¡Cuanta Hipocresía!

Por: Nélsido Herasme

Alguien diría que el presidente de la República es un hombre bueno, porque complació con la entrega de un motor y enseres del hogar a una madre de cuatro hijos del sector de Guachupita que en su recorrido le entregó una copia de la cédula del marido al mandatario, mientras que otros se preguntan, ¿Y la inmensa mayoría qué ha recibido?

Expertos en el mundo han manifestado que con el avance de la sociedad de la información, la hipocresía ha venido a ser un conjunto de reglas que permite al individuo moverse en cualquier ambiente, ya sea este social, político, económico o cultural.

Desde la esfera política la práctica clientelar en la República no tiene límites y nadie se imagina el alcance de sus tentáculos. ¡Cuanto han crecido los peledeístas en este sentido!

Quien pensaría que los miembros de una organización que predicó desde su fundación el “servicio al partido para servirle al pueblo”, hoy sean sus miembros los que solos disfruten de las mieles del poder.

Un partido que pedía en jarrito en las esquinas y en las puertas de las parroquias y, de cuando en vez, la rifa de un carrito marca Lada para poder sobrevivir económicamente, hoy sus principales miembros, exhiban millonarias entradas y despampanantes palacetes.

Con espanto y escalofrío es recibida la información de un alto dirigente del comité central peledeísta quien revela que las reuniones del comité político de esa organización son de multimillonarios, donde causa envidia las exquisitas bebidas que allí se ingieren y que solo el doctor José Bidó Medina y el licenciado Lidio Cadet están exentos de ese grupo. Cuando escuchamos a funcionarios del tren económico del gobierno hablar de desarrollo macroeconómico, sabemos que en el fondo lo que quieren es ocultar con disimulo la realidad que no quieren mostrar.

Vivimos en una sociedad, con ribetes de verticalidad, donde por un lado nos quieren hacer creer que disfrutamos de un vigoroso estado de desarrollo, mientras que por el otro, observamos a la gran mayoría del pueblo mordiendo la estopa de la marginalidad, la indigencia y el atraso.

El hipócrita finge ser lo que no es y con simulación muestra al mundo lo que le conviene. Es muy bueno decir que vivimos en un país que avanza hacia nuevos estadios de progreso y bienestar, que tenemos un gobernante con un espíritu altruista, de una visión democrática y revolucionaria, mientras seres humanos viven en la más espantosa miseria, a las orillas de los ríos, en los vertederos, debajo de los puentes y adentro de las cañadas.

Indiscutiblemente, el Partido de la Liberación Dominicana encabeza en la República Dominicana un gobierno de verdaderos hipócritas, simuladores, faltos de sensibilidad, solidaridad humana y practicadores de doble moral

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